El nombre del blog lo tomo de una traducción desordenada de una canción de la mejor banda de todos los tiempos, Radiohead: Where I End And You Begin. Donde yo termino de escribir y tú comienzas a opinar qué te parece lo que estás leyendo. Os toca.

jueves, 18 de febrero de 2010

Me justifico.

No, no soy un texto del Word. Me justifico porque ayer se comentó en clase de TCI algo que ya había venido pensando durante un año largo, que viene relacionado ni más ni menos con el por qué he elegido la carrera de Publicidad y Relaciones Públicas. En primera instancia lo más sencillo que me resulta pensar es: porque Risto Mejide es un personaje coherente, profesional (a pesar de sus escarceos televisivos) y que, en general, me ha caído en gracia. Motivo insuficiente a todas luces para una carrera que posiblemente ilumine mi vida profesional durante bastante, mucho, demasiado tiempo.

Aunque luego decida hacer otras cosas. Exiliando por fin la premisa del famoso personaje televisivo como causa de la elección, me viene a la mente la idea de que, conociéndome y pensando con franquedad, es la más lógica y posible: no tengo ni idea de qué hacer. Y lo que es peor, me importa más bien poco. Quizá venga relacionado por el tema por el cual escribo y que salió a colación en dicha clase, que es la función exacta de los publicistas en el sistema en el que vivimos, que no es otro que el sistema capitalista de producción, con sus pros y sus contras.

Otro de los profesores (hoy me siento académico), en su presentación, afirmó de forma sutil pero contundente que los jóvenes de hoy en día somos una sociedad indolente. Creo que en parte tiene razón, y digo en parte porque en realidad no nos lo ponen nada fácil: la información es muy confusa, los medios de comunicación, hoy en día, no ofrecen información fiable, más que para temas banales y para aletar sobre una crisis que todo el mundo conocemos de sobra. Una crisis que, en España, por cierto, se reduce a una batalla entre dos partidos políticos. Nada nuevo. Por otra parte es cierto que muchas veces no movemos un dedo para indagar por nosotros mismos absolutamente nada, lo que se cristaliza en una pescadilla que se muerde la cola, fuera de las conspiranoias sociológicas que bien podrían no estar demasiado alejadas de lo que realmente ocurre y de lo que verdaderamente se necesita, todo y con sus fallos. Especialmente estoy de acuerdo con ellos en aquello de que las relaciones personales son la verdadera fuente de abundancia. De hecho no puedo estar más de acuerdo, y es el principal motivo por el que me da un poco igual qué carrera hacer mientras pueda seguir tomando mis propias decisiones día tras día.

Es difícil considerar realmente si apoyas al sistema capitalista o no. Quizá me faltan varios pares de cientos de neuronas, quizá no indago lo suficiente, quizá es realmente muy complicado. También es complejo porque rehuyo con todas mis ganas aquello de aferrarse a una ideología fija y perderse entre el mar de la masa homogénea que cala con el mismo tinte todas las gotas de lluvia que van a parar a él. O puede ser que diga esto porque todavía no he encontrado la mía.

Lo cierto es que ahora mismo no me siento capacitado para tomar una decisión así. Por ahora veo en la publicidad una forma de realizar un trabajo cómodo y, a ser posible, creativo, que me permita hacer una tarea que se aleje lo máximo posible de la temida rutina. Creo que me viene demasiado grande decidir con tan poco conocimiento si debería o no debería apoyar al brazo derecho del sistema capitalista... y al fin y al cabo, todo está integrado en este sistema, por lo que de forma muy probable acabas contribuyendo a lo mismo la mayoría de las veces.

Así que, por ahora, no me queda más que seguir y aprender de los buenos profesores que pueda tener y de la abundante información que dispone la Universidad de Alicante. Y, para ser honesto, tocándome un poco las narices, que para un perezoso de renombreo como yo nunca está de más. Estas reflexiones carentes de toda coherencia son, sin duda, un ejercicio interno para no sentirme precisamente alguien a quien manejar, porque es una de las últimas cosas que quiero ser. Perdido, perezoso y equivocado, puede. Indolente, nunca. O al menos puedo decir que lo intento.

1 comentario:

  1. Aún no me lo he leído pero te corrijo un error (muahaha): los títulos no se cierran con un punto!

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