El nombre del blog lo tomo de una traducción desordenada de una canción de la mejor banda de todos los tiempos, Radiohead: Where I End And You Begin. Donde yo termino de escribir y tú comienzas a opinar qué te parece lo que estás leyendo. Os toca.

lunes, 25 de julio de 2011

Vivir solos, dormir juntos

La almohada dejó de ser hace mucho ese pedazo de algodón inerte para convertirse en mis pensamientos. Cuando duermo lo hago con ellos enterrados bajo mi cabeza, cuando no puedo dormir es porque ellos me entierran a mí. El motor que carbura el día a día necesita combustión, y a mí el petróleo se me acabó hace mucho. Qué suerte que cuando emprendo el viaje a lo onírico no necesito combustible, alguien decide por mí y sobre mí. Vale, es mi propio subconsciente, pero me hace el trabajo sucio, y con eso me sobra. Además lo hace bien, porque la criba es tan pura que escoge lo esencial, lo necesario. A veces bueno, a veces malo, pero elemental.

Los peores días mi subconsciente y yo rompemos el hielo y escarbamos en la parte más oscura de aquello que es necesario, esa parte que despierto, consciente, evitas. Pero llega. Y llega en forma de pesadilla, en forma de tormento infranqueable, una muralla de acero blindado de medio metro de grosor de la que es imposible escapar. "Eh, chaval, no me puedes evitar" - musita el subconsciente entonces, valentonado al ser consciente de estar jodiendo y bien.

Da igual lo fría que sea la noche o la soledad que rodee mi rutina. De un tiempo a esta parte ya nunca duermo solo: lo hago acompañado de mis miedos más profundos.

martes, 12 de julio de 2011

¿Carpe Diem?

Pensando en el futuro me descubrí inquieto, ansioso, amordazado por el simple hecho de imaginar que cualquier acto cambiaría de algún modo lo que pasaría en el futuro. Un simple posibilidad de acción desató mi angustia. Cuando amainó sobrevino una todavía peor, calibrar un futuro sobre el que no tenía posibilidad de acción. Lo imaginé opaco y recubierto de una capa de 2cm de cristal blindado. Podía verlo pero, al alargar mi brazo para tocarlo y modificarlo, chocaba abruptamente contra él.

Para cuando comprendí que la única manera de protegerme contra el futuro era remover mi pasado para encontrar patrones de conducta recurrentes y así recrear posibles futuros, descubrí un yo irreconocible, un yo de otra época, alguien que vivió unos sucesos que me resultaban extraños y ahora lo veía en tercera persona, ajeno a mí, alejado de esta cárcel de pensamientos en que me había convertido. Me resultaba tan familiar que me agotaba reconocerlo como un forajido, un indómito moonwalker que se alejaba del presente a cada recuerdo. El hecho de no reconocerme a mí mismo no mejoró las cosas, así que me convencí en el pensamiento de que lo mejor sería disfrutar el presente.

Pero qué es el presente sin entenderlo como el conjunto de los hechos vividos y las expectativas de que habrá un futuro mañana. ¿Carpe Diem? Sí, pero en qué circunstancias es la pregunta.

domingo, 3 de julio de 2011

Redes sociales

Es una comunidad de vecinos muy futboleros, donde cada semana se retrasmite un partido de liga en abierto, eso sí, cada uno desde la TV de su casa por problemas de derechos. Todos los sábados son festivos en esa comunidad, donde la sangría se funde en primera línea de importancia con los goles del equipo dueño de cada casa. Pero llega un día en que la cadena de televisión obra un descubrimiento que hará temblar los cimientos de la comunidad: resulta que en ciertas instalaciones la señal llega con 5 segundos de retraso, y ahora han fabricado un módulo de uso individual que elimina ese retardo temporal. El problema es que es un módulo bastante caro.

Andrés es el vecino rico y tocapelotas que debe existir en toda comunidad que se precie. Andrés, cabreado por la derrota de su equipo de la infancia durante tres semanas seguidas y cansado de aguantar las burlas de sus convecinos, decide pasar a la acción. Andrés, que tiene que pagar tantas letras como tiene un abecedario, pero tiene dinero de sobra y no le importa, decide instalar el módulo.

Llega el sábado y con él, fútbol. Como es habitual. En el primer regate el jugador local saca un zurdazo prodigioso que resulta con el balón en la escuadra. Toda la familia de Andrés, que es del equipo que ha marcado, estalla en alegría y empieza a gritar tan alto que el eco de sus euforias resuena en toda la comunidad, de dimensiones bastante modestas por otro lado.

Eustaquio, André, Celia y Alberto, que por supuesto también estaban viendo el partido, se ven espoileados al conocer que había sido gol 5 segundos antes de haberlo visto. La historia fue recurrente durante semanas, hasta que un buen día entresemana Eustaquio, que tenía unos ahorrillos de horas extra en la constructora, decidió adquirir el módulo. Dos semanas después lo compraron André y Celia, mientras que Alberto, que apenas llegaba a final de mes, tuvo que aguantar cómo durante meses sus vecinos le alentaban, casi obligaban a comprar el módulo. Es decir, no sólo veía destrozados sus partidos del sábado, sino que además tenía que aguantar cómo sus vecinos le recordaban durante la semana la "necesidad" del nuevo módulo.

¿Es el módulo realmente necesario en sí mismo, o bien son los vecinos los que convierten el módulo en una necesidad para Alberto?