El nombre del blog lo tomo de una traducción desordenada de una canción de la mejor banda de todos los tiempos, Radiohead: Where I End And You Begin. Donde yo termino de escribir y tú comienzas a opinar qué te parece lo que estás leyendo. Os toca.

martes, 23 de febrero de 2010

Cuando una imagen suena, música lleva

Lejos quedan aquellos días (o noches) en los que Ludwig van Beethoven acabó de componer la Novena Sinfonía. Ahora las canciones se escuchan o se oyen, se sienten, se odian, se aman, se bailan, se tararean, se cantan, se plagian, se versionan y, además, se ven.

Así es, las portadas de los álbumes de música, desde hace más de medio siglo, no son sólo una mera imagen aleatoria que se inserta junto a la música, sino que está ahí por un motivo. No, hombre, no es un gag interno de Lost. Me refiero a que está ahí porque se ha trabajado concienzudamente en ella, se ha publicado con objetivo, un fin. La publicidad (otra vez) tiene mucho que ver en esto de las portadas, pues eso que dijo Sartori un buen día sobre el Homo Videns es fácilmente extrapolable a la música: hay portadas que venden discos. Claro, esto es extensible tanto a las películas como a los videojuegos, pasando por cualquier producto con un mínimo trabajo de diseño a sus espaldas. Lo cierto es que el hecho de que la imagen vende es algo que prácticamente todos asumimos, y quien más y quien menos hemos sido arrastrados al abismo por una cara bonita alguna vez.

Es decir, que si la música es una real mierda (partiendo de que estéis de acuerdo conmigo en la existencia de la dicotomía música buena/música mala), hagamos una portada bonita para que el populum la compre y nos llenemos las arcas un poquito más. Allá cada cual, cada uno se gasta el dinero en lo que quiere, supongo.

Pero no vamos a hablar de portadas comerciales que no necesitan más mención de la que ya le brindan las grandes discográficas. Hoy me gustaría enseñar esas pequeñas estrellas que no han buscado más que hacer aún más grande esa constelación que es un disco hecho con el corazón, hacia el corazón de sus oyentes. Una autopista sin desvíos ni fuegos artificiales. Sólo son las que recuerdo y las que he encontrado hasta hoy, todavía me queda mucho por ver, y sin duda eso es un alivio. Por supuesto, podéis aportar las vuestras en los comentarios. Allá van.


Nunca un grupo tan desconocido como Solander hizo una portada que dice tanto. Una luz perdida en la oscuridad que bien podría representar lo que es un grupo como el de estos suecos en el panorama musical actual, en donde su álbum Since We Are Pigeons se diluye como un azucarillo.


Terminando de engrandecer el mito de Thom Yorke, líder de la mejor banda de todos los tiempos, Radiohead, nos regala un disco en solitario, The Eraser, en el que ridiculiza canción a canción al 75% de la música electrónica actual. Un disco imprescindible cuya carátula no puede ser más acertada.


Seguimos en el tren Yorkiano con la que es, a mi parecer, la mejor de todas las portadas de Radiohead. La bandera que ondea en el punto más alto, colocada en la cima de la música que es OK Computer. Gran culpa la tiene Stanley Donwood, autor de todo el arte gráfico desde My Iron Lung.


Esta portada, que pertenece a Takk..., penúltimo disco y el más representativo de Sigur Rós, unida a las demás portadas que conforman el catálogo musical de esta banda islandesa, recrea un mundo al que podrías transportarte sin demasiados problemas al escuchar cualquiera de la canciones que contiene el disco. Es un grupo que merece ser escuchado y no oído. Siendo así, y respetando todos los gustos, se hace difícil no quererlos más con cada escucha. Entre su música y sus imágenes, esta gente son un regalo a los sentidos.


Una portada rara y colorida para un disco raro, pero genial, donde los haya. The Flaming Lips, con su Yoshimi Battles The Pink Robots, directos al top de portadas que sintonizan perfectamente con la música a la que pertenecen.


Y cerramos con el representante español, cómo no, Los Planetas, con una llamativa X desgarrando el fondo naranja chillón. Una X que recoge todo el potencial de Una Semana En El Motor De Un Autobús, que es, en mi opinión, junto con Actos Inexplicables de Nacho Vegas, lo mejor que ha dado el prudcto nacional desde hace... dejémoslo en mucho.

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