El nombre del blog lo tomo de una traducción desordenada de una canción de la mejor banda de todos los tiempos, Radiohead: Where I End And You Begin. Donde yo termino de escribir y tú comienzas a opinar qué te parece lo que estás leyendo. Os toca.

viernes, 19 de junio de 2009

Dubái

Miro por la ventana del bajo de mi piso y me pregunto cuántos granos de arena cabrían en mi taza de té. Quizá no tantos como la miseria que me rodea. Soy madrileño de nacimiento y economista de vocación, pero aquí estoy, en Dubái, paraíso de la falsa esperanza y de la dictadura que los jeques ejercen sobre los trabajadores, sin derechos ni libertades, como piezas de un engranaje que podría oxidarse de un momento a otro.

Trabajo desde que llegué, hará dos años, para una importante empresa de turismo costero. Me “reclutaron” para formar parte de este gran circo y ahora vivo rodeado de sol, playa, mujeres espectaculares y, sobre todo, mucho dinero. Mi única preocupación es asegurarme de que las acciones sigan su cauce y que, cuando los famosos multimillonarios, extenuados de cansancio y de estrés, lleguen aquí, se sientan como si hubiesen accedido al mismísimo paraíso. Un paraje celestial en el que no hay cabida para la mano de obra que lo ha realizado, por supuesto.

Así que, llegada la noche, sólo tengo que relajarme en mi confortable butaca y observar un mundo construido bajo las riendas de la hipocresía y la corrupción, enmascarado con rascacielos, hoteles de lujo, parques acuáticos y torneos de tenis. A veces me siento como un recogepelotas, esperando para recibir el golpeo de unos emires que me prometieron una vida que ya no quiero. Sólo tengo que esperar el Ace.

Echo de menos a mi familia, mis amigos, mi gente. Madrid. Anhelo sus atascos, sus monumentos… hasta su “tímida” delincuencia. Esta fuente me proporciona agua, pero no sacia mi sed. Después de todo, hay cosas que el dinero no puede comprar, ¿Verdad?