Lo que acabas de escuchar es el sonido de una construcción megalómana rompiéndose en pedazos. Las piezas esparcidas de un puzle construido a través del tiempo sin apenas esfuerzo, pedazo a pedazo, inconscientemente. Una burbuja cuyo destino nunca fue flotar eternamente. Lo que acabas de escuchar sintetiza esa caída, ese esparcimiento, esa explosión. Aquello que jamás esperabas que ocurriera ha sucedido. La lógica finalmente ha vencido, como siempre lo ha hecho.
La vida se encarga de poner a las personas en su sitio. Las leyes de la naturaleza son certeras e ineludibles, no entienden de méritos ni atienden a razones. Y el sitio de las personas no es otro que el cambio. Su hábitat natural, el alfa y el omega, el lugar donde todo empieza y acaba. Constantemente vemos cómo intentan eludirla, aferrándose a cualquier elemento que parezca estable a largo plazo. A algunos les funciona hasta que el inefable final asesta el último cambio. Otros entienden el desorden desde el principio y lo aceptan. También están los que ni siquiera habrán tenido la oportunidad de elegir.
Porque todas las burbujas explotan. Ningún puzle queda unido para siempre. Pasa el tiempo, las construcciones se erosionan y caen. O simplemente son derribadas. La entropía siempre reclama su lugar. Nuestro lugar.
Nunca nos enseñan
Hace 9 años
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