En fin, que estoy mal acostumbrado a dormir de más. El ritmo que llevas cuando nadie te obliga a levantarte pronto está muy bien. Pero de repente te ves obligado a hacerlo, en mi caso con los exámenes. Tercer examen, me despierto, el reloj marca las 7 de la mañana.
7:00. Buenos días, o buenas noches, porque yo aún no me hago la idea de tener que levantarme ya... y menuda rasca que hace, lo habitual las últimas dos semanas, vamos. Desayuno algo rápido y salgo; he tenido suerte, un buen amigo tiene el examen a la misma hora que yo y me acerca en coche.
8:30-9:00. Llego a clase y, como siempre, la gente está un poco atacada. Yo estoy algo nervioso, porque el examen es un poco como la lotería. Rezo para que me toque el Gordo y... bueno, tampoco es que fuera fácil, pero nada que no esperara. Al fin y al cabo esta carrera de Publicidad y RRPP no es nada difícil si le pones un poco de ganas, al menos en primer año.
12:00. Acabo el examen y voy hacia el bus. Me han quitado el que me lleva directo a casa... así que me fastido y cojo el otro, tocará andar un poco más. No tengo tanta suerte como en la ida, qué le voy a hacer, no puede ser todo (aunque en la práctica parece que a veces algo lo es todo y otras que no es nada, somos así). No pasa nada, milagrosamente hay asiento y en el trayecto enchufo el iPod y me pongo a escuchar Hospice, el maravilloso disco de The Antlers. Así hasta el transporte público alicantino parece una maravilla. Al bajar del bus (unos 15 minutos) ando muy lentamente hacia casa para saborear el disco lo máximo posible entre el bullicio continuo del tráfico.
12:30. Llego a casa y escribo esto. Bueno, pero, espera, esto... ¿¿¿A quién le importa???
Nunca nos enseñan
Hace 8 años
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