Los huérfanos, los tullidos, los heridos de guerra, los desterrados... todos tienen razones de peso para la tristeza, pero muchos la convierten en fortaleza. Otros la cambian por violencia. Pero yo vengo a destacar al hombre medio, el que tiene una vida tranquila, un trabajo, una familia que le quiere y, a pesar de todo, por alguna razón, es incapaz de ser feliz. Y camina por las calles preguntándose por qué, intentando entender de qué va todo esto, ahogando su tiempo su tiempo en buscar una explicación que nunca encontrará.
Nunca nos enseñan
Hace 9 años