El nombre del blog lo tomo de una traducción desordenada de una canción de la mejor banda de todos los tiempos, Radiohead: Where I End And You Begin. Donde yo termino de escribir y tú comienzas a opinar qué te parece lo que estás leyendo. Os toca.

lunes, 26 de septiembre de 2011

Flash


La magia desapareció en él como desaparecen las cosas que nunca han existido, con un escalofrío gélido que descubre una realidad que vive con nosotros desde el inicio de la etapa verdaderamente humana, que no es más que aquella en la que nos empezamos a plantear cosas más allá de nuestras necesidades vitales. Sobra decir que hay personas que nunca alcanzan esta fase, o bien la alcanzan y sólo consiguen con ello una involución. Conocer ese hecho era algo que no escapaba a su comprensión; sin embargo, tener que asumirlo fue un golpe demasiado duro para él. Había sobrevivido a base de engañarse y, aunque la mentira es el estatus quo prudente del que desea mantenerse cuerdo y tener una vida acorde con los estándares sociales aceptables –aunque incluso el mayor de los desviados acaba siendo genérico-, siempre había creído en cierto modo que el duende del ser humano, aquello que le hace diferente a cualquier otro ente, animado o no, acabaría decantando la balanza en contra de la lógica y, por tanto, a su favor. Pero eso nunca llegó a suceder. No sabemos, en cambio, qué es lo que le llevó a suicidarse aquella noche de otoño bajo la fría luz blanca que iluminaba su cuarto de baño, un mohoso cubículo hacinado en un antro de mala muerte en un suburbio en un recóndito punto cardinal de la tierra. Bastó una bañera y una cuchilla de afeitar. Algunos dicen que fue un hecho concreto el que desencadenó la tragedia –como si a alguien le fuera a importar, exclamó él desde el averno- , otros afirman que sencillamente dejó de creer.

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